Una de ellas renunció tras sufrir acoso laboral y la negación reiterada de permisos para asistir a sus citas médicas prenatales, pero la Corte determinó que esa renuncia no fue válida ya que fue inducida por presiones y coacción del empleador, configurando una renuncia forzada. En consecuencia, se anuló el acto de renuncia, se ordenó el reintegro y reubicación en cargos con condiciones iguales o mejores, así como el pago de salarios y prestaciones desde la desvinculación hasta el reintegro.